Los valores de libertad y respeto por los derechos humanos son esenciales en nuestras democracias, donde el natural principio de celebrar elecciones abiertas e informadas mediante el sufragio universal son elementos basales de las mismas, pues allí es donde el ejercicio de la libertad política se retroalimenta con la libertad económica y los principios del Estado de Derecho moderno.

Antonio Yelpi Aguilar
Consultor, Docente, Escritor Presidente de la Fundación Global África Latina.
Evidentemente, la libertad política y económica son conceptos estrechamente relacionados y fundamentales para el desarrollo de la sociedad. A su vez, la democracia proporciona los medios para la protección y la realización efectiva de los derechos humanos donde los derechos económicos, sociales y culturales han de manifestarse. No olvidemos que donde existe plenitud democrática ¡hay desarrollo!
Ciertamente la democracia ayuda a la difusión de la sociedad y sus actores, y es parte esencial de sus bases civilizatorias y la sana participación política y social. En donde actores, léase: Estado, Empresarios y Particulares, han de convivir en un pacto social amplio, consensuado y de largo plazo.
Claramente, allí donde hay respeto y enseñanza de los valores de la libertad, se diversificará el conocimiento y la valoración de la civilidad; entonces la articulación social opera para contribuir a la prosperidad de las naciones. Así también sobre una democracia sólida y robustecida las comunidades crecen, se desarrollan y disminuyen la brecha de la pobreza. La libertad económica, por otro lado, se refiere a la capacidad de los individuos de tomar sus propias decisiones económicas, trabajar, invertir y consumir de acuerdo a sus preferencias.
Por definición, la libertad es la facultad que tiene el ser humano de obrar según su criterio, o dicho de otra forma el NO estar prisionero. Entonces el nexo entre democracia y derechos humanos que figura en el artículo 21 inciso tercero de la Declaración Universal de Derechos Humanos es un axioma social para recordar.
«La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta voluntad se expresará mediante elecciones auténticas que habrán de celebrarse periódicamente, por sufragio universal e igual y por voto secreto u otro procedimiento equivalente que garantice la libertad del voto».
De esta forma, el valor de la libertad es naturalmente un valor indispensable para él ser humano, pero también es un derecho que se relaciona con varios aspectos que pueden regir la vida del hombre como son la religión, la capacidad de expresar sus pensamientos, la capacidad de elegir, emprender, trabajar, etc.
Así los estados democráticos son entonces el producto más acabado del constitucionalismo moderno e indudablemente han sido un ápice fundamental en cuanto al reconocimiento y defensa de los derechos humanos de los ciudadanos corrientes. Aquellos que cada mañana salen a ganar el pan, y también serán fundamentales para la emergencia de clases medias y las necesarias asociaciones civiles y organizaciones que forman parte de una comunidad, territorio e identidad frente a un destino compartido.
En suma, ambas libertades son complementarias y se refuerzan mutuamente, creando un círculo virtuoso de desarrollo social y económico, donde la sana convivencia social es, por tanto, el espacio común donde han de conjugarse la libertad política y la libertad económica.